Made of love
Cuantas veces te has envalentonado a un camino que no es el tuyo, uno que debería ser el correcto para ti según lo que todos ven, pero la realidad que tu vislumbras solo es un cuadro funesto y horrible que está lejos de tus anhelos, yo quería ser feliz...pero solo me encamine hacia algo más, las cosas no son lo que parecen...
Es sólo con el corazón que uno puede ver correctamente. Lo esencial es invisible a los ojos...
Just try to break me
Take everything away
Just try to shake me
Out of my place
Nothing’s created
And nothing is destroyed
Just try to tame me
You’ll never find a way
There’s no containing
And no way to brake
Nothing’s created
And nothing is destroyed
Take it away,
I'll never give this up
No way to break
We’re all made of love
(There isn’t a way)
We’re all made of love
Just try to save me
There’s nothing you can change
There’s no explaining
And no one to blame
Nothing’s created
And nothing can destroy
I'll never give this up
We’re all made of love
We’re all made of love
Take it away
I'll never give this up
No way to break
We’re all made of love
(There isn’t a way)
We’re all made of love
Take it away
I'll never give this up
No way to break
We’re all made of love
(There isn’t a way)
We’re all made of love
I'll never give this up
We’re all made of love
We’re all made of love
Observe mi rostro triste y angustiado, sin el mínimo de ánimo por lo que solo suspire e intente hacer una mueca que resulto aun más penosa de lo que podía ser una verdadera sonrisa, que era una corriente crecida de incertidumbre e desconsuelo ante el ruin de lo que antes era mi ilusión por tocar el altar con un buen hombre, solo era un hastió de una puesta en escena que ni el peor teatro de parís querría tomar.
Patética…
. —Me dije a mi misma. Camine fuera de la habitación con la alevosía de la modista que sentía que había hecho una obra de arte conmigo,—realmente lo que ella había hecho era convertirme en un muñequita de exhibición, una que no aparentaría toda la miseria que la desquebrajaba por dentro, solamente una pantalla de maquillaje y un vestido suntuoso que me hacía ver como una modelo—sin mas devoción camine por el pasillo donde escuche como la música cálida y serena se envolví en el salón donde se llevaría acabo el teatro n donde encontraría por primea vez a mi prometido y en minutos mas mi esposo, sentía como las tripas me hacían nudo ante la definición de aquella palabra y este estúpido evento.
Alce la vista hacia el frente mientras bajaba aquellas mullidas escaleras, que empezaban a crujir cada que daba un paso, acelerando mi corazón, deseando tener la suficiente voluntad y mandar todo le demonio, salvar mi vida y no cometer el peor error de toda mi maldita existencia al enlazarme con un tipo que tal vez era alguien que solo quería un vientre el cual concebir sus herederos y así sucesivamente mantenerme en casa solo al cuidado de ellos, Dios no quería esto, realmente no tenía idea si la libertad que me prometían era real o solo era un vacio que llenarían por hacer todo completamente mal conmigo, no obstante ya estaba al pie de la escalera sujetándome fieramente del pasamanos que estaba barnizado con una laca color maple que le daban un decorado sobrio, justo como el resto del salón en colores ostiones con columnas escasamente decoradas con una enredadera de rosas blancas que empezaban a aromatizar el ambiente, envolviéndome en un trance que me fue encaminando hacia donde se suponía que estaba el ministro que daría fe al matrimonio, con aquel mostacho extraño y ligero que le daban un aire curioso, dio un vistazo hacia mí preparando las hojas, al tiempo que lo mire a él de espaldas, —mi prometido—, sin siquiera inmutarse por mis pasos, aun cuando todos me recorrían con la mirada, susurrando a lo bajo por lo que refleja aparentemente, el solo permaneció de pie junto a un testigo, sin poder evitar decir que al menos era alto y tal vez nuestros hijos serian…¡Dios que era lo que estaba pensando!, ni siquiera le permitiría que me tocara mas allá de los labios cuando cerráramos el matrimonio, debía recoger mis papeles y convencer a uno de mis amigos que me ayudara a divorciarme antes de que algo mas fuera a reclamar por parte del contrato.
De eso nada guapo…
Mis primeros pasos por la alfombra fueron funestos, justo como las emociones que se arremolinaban en mi interior, donde deseaba correr nuevamente, aventar todo y aun cuando yo misma me había impuesto no llorar, la cortina cristalina amenazaba en mis ojos, causándome una picazón que premeditadamente quería destrozar aquel hermoso arreglo que tenía mi rostro, como si mi orgullo se fuera resquebrajando y mi voluntad ya pisoteada se acabara de morir al ver aquellos papeles justo a mis ojos, donde una alta mujer de cabello rojizo y liso con un hermoso vestido negro que se pegaba a su voluptuoso cuerpo, sin embargo aparte mi mirada de esa quien vendría siendo mi …mi dama de honor, ese puesto estaba hecho únicamente para mi hermana, mi mejor amiga y esta tipa lo ocupaba sin más daba casi por seguro que ella ni siquiera le importaba quien era yo, seguí mis pasos sin amedrentarme, ni derramar ni una maldita lagrima que iba a ser lo último que tenía pensado hacer; justo en el instante que llegue a lado de aquel hombre que se limito a mirarme con el rabillo del ojo, el muy cabrón ni siquiera le apetecía darme una sencilla mirada tan solo por educación, —maldito rico bastardo tan poco te duraría el gusto—tan solo el se removió un poco los botones del saco blanco, que hacían juego con su pálida piel y ojos claros, que de no ser el momento me hubiese tomado más tiempo en detallar, sin embargo el ministro dio inicio a la palabra que me colocaba aun mas impaciente y hundía mi esperanza en el ranking de un menos -10, de una lista de 1000 en uno. Algo similar pasaba con mi supuesta madrina, quien se meneaba en su lugar cada tanto, volteando hacia un lado como si vociferara algo causándome aun mas curiosidad que deje morir en el momento en el que llamaron al primer ministro que no era otra persona más que un primo, el cual apenas si le sostenía un buenos días, seguido por la mujer que solo emitió un extraño gruñido al tiempo que se colocaba alrededor de la mesa para alzar la mano con el bolígrafo, dedicándole a mi prometido una mirada cargada de palabras, que me hicieron suspirar con aun mas cansancio.
Aun no me caso y ya tengo con quien compartir mi esposo, genial, sencillamente genial…
Entonces fue el turno de mi desconocido prometido del cual ni siquiera sabía su nombre. Dio un paso al frente con tranquilidad como si nada lo fuera a perturbar, frio, calculador, ese era su momento, firmando mi sentencia de muerte y el acceso a tener una estúpida esposa que le obedeciera con legitima sumisión; Dios que era lo que mi mente me estaba haciendo y no podía detener.
Este lugar me enfermaba y si no salía de aquí ahora iba a verter el poco almuerzo que me habían obligado a ingerir; él alzo sus largos dedos como los de un pianista, envolviendo el bolígrafo entre la pluma y su mano en el que en un alzado y muy legible giro formo un par de iniciales las cuales me resonaron en la cabeza como la campana de una alarma que te hace volverte por que tienes que empezar tu día, aquello era como una especie de dejavú, muy mal dejavú…no era posible que hubiese una persona con ese nombre, era imposible…..¿Qué diablos estaba pasando aquí?, note como mi cuerpo entero empezó a temblar, justo cuando me lanzo una expresión maliciosa y me ofrecía el bolígrafo, sintiendo el ligero rose intencionado en mis dedos que no mantenían su postura rígida, solo me electrificaban el ser, mientras mi cuerpo se negaba a avanzar hacia la hoja, notando la impaciencia del hombre que nos estaba casando y al sonrisa extraña de aquel hombre, que solo me hizo reverberar el alma en aun más furia de la que ya sentía, como si de esto el estuviera gozando.
Maldito…mil veces maldito…
—Señorita —expreso con prudencia, acomodándose el traje en su lugar, al tiempo que yo tragaba duro y sentía como empezaba mi orgullo a quedar completamente muerto, así como las lágrimas amenazaban nuevamente en salir, probándome a mí misma que tenía hacerlo, que ya no había vuelta atrás, dando un paso a hacia la mesita probándome a mí misma que no había cosa peor que esto y apretando mis ojos fuertemente cuando sentí que mis lágrimas resbalaban por mis mejillas maliciosamente sin atisbo de remordimiento, negué en un gesto al tiempo que note la expresión consternad del hombre que tenía frente a mí, negándole antes de que sus labios fueran a entonar alguna palabra.
—Es la emoción—inquirí con una falsa sonrisa al tiempo que fingía acomodar mi flequillo para así volver a pasar el sentimiento al estómago, que seguro luego me pasaría la factura, en el momento justo en el que imagine que mi próximo compañero alzaba la mano hacia mí, pero al fijarme con cuidado nuevamente el tic de acomodar el botón de su traje, que solo me hizo reír internamente ante mi estúpida idea de que había tenido compasión de mí, joder que no la necesitaba, ni la de él ni la de ninguno de los miserables que asistían a esta farsa. Por lo que de un rápido y brusco movimiento tome el bolígrafo, encajando mis cortas uñas de mi mano izquierda al ir firmando aquella elaborada hoja, mientras nuevas lágrimas surcaban mis mejillas por nuevos caminos, que mi furia silenciosa les alimentaba desde mi alma que se sentía nuevamente presa, por lo que alce mi vista por encima de mi hombro dedicando una mirada envenenada a mis padres, al tiempo que sonreía sutilmente con la intención de que entendieran lo que acababan de hacer, sin importarme que el ministro diera las últimas palabras para cerrar el contrato nupcial, dejándome helada y rígida en mi posición, cerrando los ojos con mucha fuerza para no pensar en aquel momento, en el que mi ahora esposo sujetaba mi rostro con cuidado mientras que limpiaba mis incesantes lagrimas con sus pulgares, escociendo mi piel con su toque sin que yo entendiera por qué.
—Mi esposa—Fue todo lo que dijo casi por encima de mis labios al tiempo que mis ojos se abrían de par en par al sentir aquel escalofríos que hacía años no tenia en el que incluso mis piernas amenazaban sucumbir, sin pensarlo más, él poseyó mi labios con fiera necesidad y una pasión tórrida, que me hizo perderme en el momento, como si mis fuerzas me fueran abandonando en sus brazos, en el momento en que mi interior se peleaba con estos sentimientos, como si yo misma me estuviera traicionando y de un momento a otro, nuestros pulmones reclamaron aire, en medio de una explosión de aplausos, en donde recordé toda la ironía de la situación y bajando mi cabeza con la mirada al suelo no por sumisión más si por ira, apreté mis puños con toda la fuerza que tenía, dejando blanquecinos mis nudillos en mi piel trigueña, así como mi mandíbula se tensaba cuando el pasaba su mano por mi brazo para encaminarnos a la salida, para continuar con una estúpida fiesta de conmemoración de la boda…
Me imagine a mi misma del brazo de este hombre de cabello corto negro, elegantemente peinado solo dejando un espeso flequillo negro que me quitaban visibilidad de su rostro y ojos, que de lo único que me quedaba claro era que se trataban de un par de orbes claras pero no tenía idea de mas, ¿no creen que formamos una hermosa pareja? El un caballero distinguido con porte de un empresario, elegancia digna de un importante hombre, a lado de una mujer también alta pero que aparentemente se amoldaba a él, creando una preciosa burbuja en el que los espectadores realmente podrían regalar una sonrisa y agregar “y ellos realmente serán felices, míralos la compatibilidad y química de la que se despide al verlos, tendrán unos preciosos hijos y”….!puras porquerías¡, lo único real de esto era que yo quería azotar mi mano fuera del abraso falso de él quien parecía tan complacido, sin importar que ya me hubiese visto derramar lagrimas o mucho menos, el solo un muñeco de pasarela con su modelo a su lado que se remitía a no hablar mas allá de la sonrisa que se esbozaba en sus labios. Maldita seas Karlise por ser tan cobarde y n enfrentar las cosas como mejor eran, por no cortar los lazos antes…mírate ahora atada a un hombre que parece tan vil como para dedicarte un solo minuto para reflexionar, que no eres una res que se compra y marca, no, este maldito imbécil solo anda pavoneándose como un pavorreal por la alfombra roja, mientras todos buscan su autógrafo…como me asqueaba…
—Los veré en el salón—indicio con aquella suave voz, mi compañero a la pelirroja haciendo una acotación errónea que solo me dieron una idea un poco más clara de con quien estaba; alguien que mas que físico era un tarado que no sabía conjugar los sujetos…diablos hasta eso y como si hubiese leído mis pensamientos, me dedico una peculiar sonrisa que solo me puso mas rígida, mientras intentaba abrir la puerta de la carroza fúnebre…perdón, de la limosina que nos llevarían hacia aquel lugar, sin permitirme halar la manija cuando su mano ya estaba en ella, a lo que añadió—permítame.
Permíteme…por mi si quieres puedes irte al demonio…aunque.
. —Mate el rayo de mis pensamientos, sintiendo como un dolor cruzaba por mi pecho al recordarlos a ellos, vaya extraña manera de recordarlos acaba de mandar a mi esposo al demonio y me acordaba de mis más preciadas personas, Dios que ya terminara este día, que era un verdadero caos…ni siquiera le agradecí el gesto, era su obligación ser un caballero, y ya si no lo era bien por él, no necesito un caballero andante; el joven hombre tomo asiento frente a mí, observándome con una particular expresión, mientras recargaba sus brazos cómodamente en el respaldo de cuero gris, sosteniéndose el mentón, como si me fuera evaluando, leyendo poco a poco cada una de mis fibras, incomodándome realmente aun punto intolerable, cierto era una mujer que estaba más intolerante de lo normal, pero aquella mirada, parecía desnudar mi ser con aquella afilada vista, dejándome invalida y presa en aquel pequeño espacio, sin dejarme a otra que correr mi rostro con desprecio hacia la ventana que parecía mucho más entretenida que lo que había adentro. No obstante, no funciono su mirada seguía fija en mi, mientras cruzaba su pierna y recargando su tobillo en su pierna continuo con aquel incomodo escrutinio, que estaba por hacerme estallar, —oh, sí como deseaba meterle un buen derechazo en su rostro y quitarle esa maldita expresión de burla fina— quien se creía que era para mirarme de esa manera, sí ya escuchaba las letanía de mi madre, es tu esposo y pese a todo bla, bla…
Esposo mis…
—Hemos llegado—pronuncio oportunamente antes de que siguiera despotricando aun mas, llamando mi atención que durante todo el camino su atención había sido centrada únicamente a mí, pero estaba consciente en todo momento de el lugar por el que íbamos por lo que solo suspire con cansancio, esperando que se estacionara el conductor para precipitarme a la puerta, y abrirla por mis propios medios sin siquiera esperar un solo segundo por él, dando largas zancadas a la puerta donde estaban esperando pacientes mis padres, quienes me miraron desaprobatoriamente ante mi falta de cortesía a el moreno, que realmente me importaba un rábano, si salía o decidía rehacer su despedida de soltero en esa lujosa limosina que tal vez me causaría picazón ante tanta fineza, volví a suspirar cuando sentí su cálida mano, sujetar mi brazo y avanzar a pesar de la intención de mis padres por quererme reñir a mi actitud condescendiente.
Debo aplaudirte…
Renegué ante aquel acto, que sinceramente era algo que no esperaba, tal vez ya había entendido que no me gustaba nada él, y que por mi podría perderse en cualquier lado así sería más fácil obtener mi libertad, sin embargo el solo tenía un semblante tranquilo que me hicieron fruncir mas el ceño, ¿quién rayos era? ¿Por qué se comportaba de esta manera?, y aun mas importante, ¿Qué era lo que realmente quería de mi?
Alce los ojos al enorme lugar que nos recibía con un par de fuentes de cristal en las que corría un liquido que asemejaba el dorado ante la luz que se encendía desde las piedras de las bases en mármol que le daban una consistencia poco común, seguidas por paredes craqueladas en tonos sobrios pero con el mismo dorado en estilo; un par de host nos recibieron e hicieron una breve inclinación a nosotros y nos dedicaron sonrisas amables.
—En buena hora, señor, señora…
Señora…porque diablos tenía que darme ese título…
Sin embargo mis pensamientos se tuvieron que detener en cuanto vi aquel enorme salón, que tenia largos adornos de hermosas lilas y rosas blancas que estaban sumergidas en aquellos pilares de agua y luz dándole una elegancia que me dejo sin aliento, así como los manteles de seda que adornaban las largas mesas redondas alrededor de la pista del salón, con un piso en ébano parecido al ónix; escuchando como la ligera risa de el me sacaba de mi ensoñación.
—No escatimaron en nada…
Aquello era verdad, el lugar era bastante presuntuoso y de gran categoría de alguna manera ni siquiera imagine que mi boda seria en un lugar como ese, pero como disfrutarlo si quiera si todo era falso del caso contrario mi fiesta de boda, —si es que había— seria en un lugar más sobrio y mucho más pequeño donde solo cupieran mis más allegadas amistades, si realmente quería algo muy pequeño, y sobretodo seria por conveniencia de ambos. Sí, no me gustan los lugares muy burgueses para mí, suelo ser de agrados más sencillos. Por lo que note como las personas cada que entraban se quedan bastante sorprendidas ante el estilo y la elegancia del lugar, mientras que mi esposo parecía esperarme a que diera el siguiente paso hacia nuestra mesa que estaba al centro, seguida de otra más repleta de regalos para los recién casados…si supieran lo que tenía planeado para esos regalos, seguramente no durarían ni tres días en la casa antes de que uno, los tiraría o dos los vendiera, no quería nada de lo que tuviera que ver con este evento; nuevamente sin poder evitarlo me hundí en hombros completamente desanimada y frustrada del rumbo que figuraban mis pensamientos, volteando hacia el lado contrario donde observe una extraña sonrisa complaciente en él que me empujaron a la ferviente necesidad de darle un buen pisotón, aprovechando el tacón de Abuja de mis zapatillas pero la idea murió en el momento que sujeto delicadamente mi mano y saco mi silla para que me sentara.
¡Cómo me enerva este tipo y su estúpida manía por hacerse le monito de clase alta!
— ¡Karlise! —escuche una voz chillona que se extendió desde mis espaldas hasta la entrada, causándome un gran escalofríos que no pude evitar hundirme en hombros, ante la sensación falsa de esa persona, era una mujer bajita de cabello arreglado en un moño alto y con otra parte más de cabello completamente alaciado, seguida por un vestido color borgoña que en vez de exhibir sus curvas las hacían ver como una especie de tamal envuelto aunando a ese escote pronunciado que la hacían ver bastante vulgar, sin olvidar que no tenía la mínima idea que hacia ella entre los invitados si ni siquiera me llevaba bien con ella, a decir verdad era como si se pensara que por que viniera a mi boda, seria ascendida a mi trabajo, diablos todo aquí parecía el otro lado de espejo o pisaba el mundo de coraline, ahora solo faltaba ver donde estaba la Karlise que pertenecía a este lado de la locura—Dios no puedo creerlo, es enserio que no puedo creerlo tu casada, ni siquiera me entere de tu despedida de soltera todo ha sido…
Solo escuche como abría la boca y no salía nada interesante de ella y su voz chillona empezaba a causar un efecto muy molesto en mí, uno que realmente que embravecía cada fibra nuevamente, además que siendo sincera siempre había querido agarrarla del pescuezo y asfixiarla, digo si iba a estar presa que mejor me metieran a la cárcel por un buen motivo. Sin duda mis pensamientos ya no tenían ni el mínimo de cordura, por qué no de una vez se acababa la boda y lo que seguía, ya estando solos este fulano y yo, sería más fácil de yo encerrarme en un armario o baño para no cumplir con mis responsabilidades maritales en la primera noche de bodas, no hermoso, esta muñeca se le acaba el encanto en cuanto toca “casa”—oh, baya te felicito realmente , tienes un esposo muy guapo y esta boda está siendo más de lo que yo esperaba, realmente tus padres tiraron la casa por la ventana…
—Jas, si no te incomoda me gustaría pasar un momento con mi esposo, disfruta de la fiesta que es para ustedes—inquirí de la manera más tranquila y diplomática posible, sin embargo sabía que mi tono cortante estaba en el fondo de mis cuentas, y lo comprobé cuando ella alzo los ojos y solo asintió hacia mi esposo dando la media vuelta para ir a la mesa donde estaba sentado mi jefe, su hijo y prometida.
—Así que ahora si quieres hablar conmigo—inquirió en voz que apenas se era un susurro para mí, con una suavidad de seda que electrifico completamente mi ser, sin que yo pudiera evitar un gruñido, en lo que sinceramente fue la mirada más asesina que le pude haber dedicado, notando ciertamente en un fugaz instante sus expresivos y deslumbrantes ojos plateados, dejándome sin el mínimo de aliento en el momento en que el ambientador de la boda, tomaba el alta voz e daba inicio a lo que sería aún más el suplicio, por lo que me volví hacia la esquina superior en donde se encontraban las grandes bocinas y lo que era una especie de conjunto o eso era lo que parecía, sin embargo lo que yo no esperaba es que este lugar se convirtiera en un teatro sátiro donde fuéramos la atracción principal de un circo cruel, de hombres y mueres vestidos de hienas, todo era para ellos e incluso él estaba envuelto en esto sin saber realmente lo que vendría…como esperarlo sinceramente, si solo debía ser una fiesta fúnebre para mí, no para el resto…si, si, si aquí iría mi lado compasivo y estúpido.
El vals, en el que la pareja se presentaría al resto de los invitados, donde se vería dos relucientes que se dedicaba toda la ternura y amor preciso, aquellos que no les importaría nadie más porque estarían encerrados en una burbuja egoísta de ellos mismo, donde sus miradas se centraban en la de cada uno y sus pasos lentos y sutiles al mecerse era una danza tan íntima, que el simple rose electrificaba su dualidad, creando una más fuerte necesidad de permanecer con el cuerpo pegado al ritmo de esa suave música. Que bonito sonaba aquello, era la clara expresión que aun contrario a lo que pareciera me hubiese gustado tener con aquel que amara…amar…que amargo es decir lo, cuando me encaminaba del brazo de un alto, apuesto y elegante hombre que tal vez no era todo lo que yo lo acusaba, sino alguien que verdaderamente quería guardar su posición por más de una razón pero finalmente consideraba su futuro a diferencia de mí, fuera como fuera el solo acepto el trato, uno donde quedaba bailando sin voz ni voto, mismo que intentaría revocar en cuanto pudiera y sin importarme quedarme en la calle con que tuviera mi libertad, entonces él podría seguir buscando a alguien que verdaderamente se prestara para este juego, tan ruin que solo aplicaba a un hombre solitario que temía por sus propios medios lazarse a la vida y la contienda de conseguir algo para él, sin olvidar de luchar verdaderamente por ese querer que en algún lado debía estar…era un juego sucio que pocos se atrevían a enfrentar, y ese no era mi caso, no desde aquel entonces…
Aquella tranquila melodía empezó a mecer inconscientemente mis pasos, sin que siquiera le dedicara la mirada a su rostro, concentrándome en un pilar iluminado en una de las esquinas dejándome llevar por el piano de la pieza, mientras sus manos sostenían mi cintura y así mismo mi mano envuelta en la suya con una amabilidad que poco a poco me iba relajando, en este tacto que debía ser tan ajeno, mi ser se hacía como si le conociera de algún momento y eso me asustaba, porque estaba segura de que era la primera vez que lo veía en mi vida,—claro que lo era— además de que tal vez la adrenalina del furor de mi enojo ya estaba entrando en picada y era donde mi inseguridad podría aprovecharse dejando pasar al conformismo momentáneo…No, no debía ser eso, todo menos hacerme la obediente a este tacto que estaba lleno de promesas, unas que debían ser solo falsas para seguir demostrando que nos conocíamos desde tiempo atrás como para unirnos en matrimonio, desgracia…simplemente fúnebre momento en el que pensé en más, pero porque rayos tenía la sensación de nostalgia y memoria en él. Entre tanto el apoyo su mentón en mi hombro, rozando en poco sus labios en mi cuello, tensándome por completo en aquella acción tan familiar que solo me retumbaba en palabras que no quería oír en mi cabeza, era absurdo que esto me recordara cosas que no podían ser, memorias fantásticas que no sostenían un toque real…—Por favor—susurre al notar la comodidad mientras nos mecíamos suavemente entre la pista siguiendo sin pensar el ritmo del piano, abrigando una sonrisa que volvió a pasearse fugazmente por mi cuello, alzando esos expresivos ojos plateados que me perturbaban aún más…¿Quién rayos era? Y como si mis pensamientos me traicionaran añadí en voz alta— ¿Quién eres realmente?
Su respuesta no fue otra que una amplia sonrisa, que no era el malicioso toque, ni mucho menos uno aprovechado como me había demostrado, era serena y como si estuviera seguro de lo que pisara en este momento, me trasmitía plenitud como si se sintiera completo a mi lado aun cuando no fuera mutuo, el parecía …estaba ¿contento?
Un estallido de aplausos, nos devolvió a la realidad en la que la música se fue desvaneciendo y una nueva pieza inicio, con la entrada de más gente a la pista con la tradición de bailar con el novio, como con la novia. Donde los primeros fueron mis padres que ocuparon sus sitios respectivamente, sin embargo en el andar de mi padre en la pista conmigo fue ausente pese a sus intentos, mi mirada no se alejaba de la de él con la sensación, de querer develar el secreto que guardaba inquietantemente, como si eso fuera lo único realmente interesante de esta noche, que realmente así era una distracción ante lo peor que podía ser, sino ocupaba mi mente en algo más que despotricar mentalmente, era sensato que me centraba en algo más que luego me daría la llave para correr fuera de la base enemiga, si es que lo definía así; mi padre intento acomodar una conversación a la que me dedique únicamente a escuchar ausente, ya que el conciliar mi actitud con ellos no iba a ser algo que ya fuera a lograr si en quince años no lo había obtenido, ahora ciertamente era muy tarde con el broche de oro con el que cerró nuestra relación y sin más pareció molestarse por mi mutismo, soltando un desprecio a mi ingratitud a lo que no pude evitar reír entre labios y dedicarle una mirada cínica y arrogante.
—No me importa ya lo que puedas decirme, ya no pertenezco a tu cuna—fue todo lo que dije sin dejar de sonreír con una amarga victoria de que él solo había tenido que callar ante sus mismas palabras, al tiempo que notaba como tensaba su mandíbula y seguía bailando sin pronunciar más palabras hasta que un alto hombre de traje negro con corbata gris, toco el hombro de mi padre y sin relajarme mi actitud, continuaba a la defensiva aun cuando se trataba de mi hermano, que no cruzo ni una palabra conmigo mientras nos mecíamos de un lado a otro; Tenso y distante, él no tenía por qué estar así, el debería intentar arreglar a que era lo mejor y que…diablos de las personas que más me dolía esta farsa en la que me vendieron era de él, porque a pesar de que nunca nos metíamos en la vida del otro solo en contadas ocasiones, en el fondo siempre era mi cómplice, aquel que entre las sombras planchaba la situación y viceversa conmigo. Pero no, al final no era más que la que vivía en esa casa pero no era verdaderamente parte de ella, me enfurecía este silencio, realmente a diferencia de con mi padre yo deseaba pelear con Arturo, realmente quería decirle las cosas que sin esperar, se escaparon de mis labios—Maldito traidor—inquirí recargando mi mejilla en su hombro, notándolo aún más rígido y como apretaba mi mano trasmitiéndome mayor presión.
—No es lo que piensas Nig—musito inclinando un poco más su rostro a mi cabello, dando un leve giro en nuestros pasos para innovar la melodía, pero aquello no me convencía, este maldito que tenía la misma sangre que yo me había vendido al igual que los otros dos sin hesitar un segundo. Que quería que tomara sus palabras así de fácil y sencillo no vengas con esas que me gustan más las de vaqueros. Sin embargo preferí no decirle nada más hasta que me separo de los hombros y me miro a los ojos realmente frustrado—Tienes que sacarlo de aquí. —Mi mirada se tornó confusa, así que volví a andar en la canción al tiempo que el negaba y agrego—Karlise llévatelo.
La segunda canción, finalizo en el momento que mi madre me halo del brazo evitando que yo volviera a mi lugar así mismo lo hicieron con mi esposo, mientras yo intentaba zafarme de el agarre de ella para así observar a donde lo llevaban, como era que empezaban a montar una especie de escenario en la pista, agregando el rostro frustrados de mi hermano que se volvía cada vez más nervioso, era el preludio de que todo estaba por estallar aun mas, pero ahora el objetivo debía cambiar para estas hienas, por que las cosas ya no parecían tan amistosas sino todo lo contrario, se podía respirar una hostilidad irónica y sátira.
—¿Por qué no estás conforme?—recrimino repentinamente sacándome de mis propios pensamientos, agarrándome en completa curva a pesar de que ya veía venir ese reclamo desde que había soltado aquellas palabras contra mi padre—¿Qué significa esta actitud prepotente e irrespetuosa?—exclamo claramente ofendida ante lo que le dije a mi padre, aun que no me amedrentaría, no lo haría porque estaba firme en aquellas malditas palabras, pero era claro, mi atrevimiento sobrepaso lo permitido tocando la osadía al meterme con su amado esposo, algo más que imperdonable, sin embargo era lo justo después de todo ella quien era la mujer que me trajo al mundo, aquella que debía velar por mi bienestar ahora hacia algo sin nombre; entre tanto no conteste solo mantuve mi postura en lo alto, con mis almendrados ojos fijos en ella, quien entorno más el ceño—No me faltes al respeto con esa actitud, es tu padre y te guste o no le debes …
—Aun más infelicidad de la que durante casi toda mi adolescencia y juventud me impuso con su capricho de arreglar mi vida a su conveniencia, y ahora por ser libre me lanzan a otra maldita jaula, si tienes razón soy una ingrata que
—Que es lo que quieres entonces ya no vernos más—Exclamo casi gritando al tiempo que escuchaba las carcajadas burlescas que me partieron en un rayo de escalofríos, creándome ansiedad por lo que estaba sucediendo adentro, al tiempo que me daba la media vuelta con el impulso de que tenía que ir, pero ella me detuvo ariscamente añadiendo—¡Contéstame!
— ¡Quiero ser realmente Feliz por una vez en toda mi maldita vida, feliz por mis propios medios!—espete con vehemencia notando como ella retrocedía ante el tono de mi voz y expresión que seguramente no era la más amable, sin embargo no me espere a ver si ella se pondría a llorar o empezaría con un chantaje en donde ella era la víctima, corrí por el pasillo que me llevaba al salón, sintiendo como todo me daba vueltas y mi corazón no se callaba que pronto llegara.
Mi rostro se quedo completamente perplejo, sucesivamente se fue entornando en furia ante aquella bizarra visión de aquellos personajes vulgares rodeándole, moviéndose ridículamente como si satirizaran el significado de una pareja, mas a él parecían ignorarle pese a que estaba en el centro de ese supuesto escenario aun a pesar del narrador que caminaba a los extremos de la pista, en donde una supuesta mujer de escasa ropa se cantoneaba en una improvisada habitación en la que fue irrumpida por un hombre que solo iba cubierto por una bata semi abierta, imponiendo su presencia sugerentemente haciendo que la actriz se mordiera un labio como si la lujuria le quemara por que le tocara, pero entonces en el momento en que esos dos empezaron a fingir el acto una puerta de nieve seca se abrió de golpe, tan torpe que aquella utilería se partió en dos, haciendo que la mujer se cubriese la boca con una mano, así como con la otra se sujetaba la barriga abultada que aparentaba una feo embarazo; lloriqueando, soltó un alarido en el momento en que el narrador se burlaba de la mujer, como si eso fuera lo correcto y el hombre de bata al mirarla solo sonriera con mayor orgullo macho, que me revolvió el estomago aquella asquerosa escena mientras que el resto de los invitados parecían morbosamente interesados en la puesta en escena, pero lo que me hizo moverme con furia para sacarlo de ese lugar, fue la mujer embarazada que golpeo su estomago y como si todo fuera normal se saco el bulto arrojándolo fuera, acercándose a mi esposo e intentando tocarle el rostro aunque él se corrió al tacto permaneciendo con esa sonrisa hilarante, y el narrador empezó a mezclarlo en la escena vulgar donde los aparentes gemidos y la mujer antes embarazaba coqueteándole al joven recién casado quien según el fácil sucumbiría porque así es como era la naturaleza del hombre, donde la carne llamaba. Sencillamente mis pasos me llevaron hacia la pista donde se escucho murmullos y aun mas en el momento en el que le hale de la muñeca a mi esposo, quien con facilidad se dejo hacer y me seguía las largas zancadas aun por encima de los estúpidos abucheos que yo ignoraba, por mi todos se podían ir al demonio bola de enfermos sátiros.
No me detuve ni un momento, hasta que salimos del salón y avanzamos por la calle en una particular escena de la novia tironeando del novio, sujetándole la mano y avanzando a grandes zancadas, haciéndome ir un poco más reto al racionalizar que ya no andábamos tan cercas como para que lo arrastraran hacia el interior del salón, por lo que afloje la presión de mi mano sobre la muñeca en un movimiento que aprovecho para deslizar su mano hacia la mía, la cual sujeto rodeándome los dedos entre los suyos, sobresaltando mi reacción que de inmediato fue un parar y volverme a él, recordándome con claridad que pasaba, aun mas lo que yo estaba haciendo.
—Siento haber hecho aquello—justifique con una voz tranquila dirigiendo mi mirada a sus crípticos ojos plateados y sonrisa de arlequín, quien negó con un ademan y antes de que el dijera algo yo adelante mis labios deslizando mis dedos lentamente fuera de los suyos—no toleraba esa clase de espectáculos y el ambiente era desagradable, no sé qué cuento vergonzoso salió de eso, o de quien lo monto, pero tampoco sea como sea, quería que te involucrara…
Pero mis palabras no continuaron se quedaron estáticas, si por mi fuera que él se quedara en aquella humillación, después de todo que más daba…no, en realidad lo hacía por mi orgullo, tampoco dejaría que me pisotearan tan vil mí ya destrozado ser, debía al menos aunque fuera falsamente defender lo mío…o eso quería creer, aferrarme a que esta persona tan intrigante no era más que un idiota que no quería quedarse solo y con una buena oferta había conciliado algo sin saber con quién tendría del todo el trato. Siempre hay que ver las letras pequeñas del contrato…
—Entiendo—sencillamente contesto con aquella sonrisa de niño travieso que me hizo fruncir el ceño, en el momento en él se movía lentamente hacia mí y tomaba mi mano con delicadeza llevándosela a los labios, besándola sin perder mi mirada de cuenta como si evaluara cada paso de mi reacción, que ciertamente se tornó confusa porque sus movimientos, gestos, andares y tratos me hacían sentir una dolorosa nostalgia que tenía años sin sentir, notando como alzaba más aquellos labios pero ahora nuevamente con una tranquilidad.
— ¿Porque me pareces tan familiar?—no pude evitar preguntarle por qué la realidad era que cada acto, cada palabra, me parecía más familiar y eso no solo me ponía más ansiosa, sino también empezaba a sentir más curiosidad. Diablos Karlise eso era lo último que debías ponerte a hacer, y mírate ahora estabas cayendo como una abeja al panal, que seguía una gran noche de bodas… ¡jodidos que no!; sin embargo él solo soltó una particular risita como si supiera lo que pensaba…ahora resultaba que no solo chulito sino hasta con telepatía…
—Por qué te recuerdo a alguien en especial—inquirió con particular diversión confundiéndome sin saber si lo decía a manera de pregunta retórica o bien era una afirmación, a lo que yo quise decir algo que nunca se formuló por que todo se volvió negreo repentinamente y su cálido tacto ya no estaba más cercas…solo quedaba la ansiedad del desapego….
La húmeda sensación que recorría mi frente y el continuo golpeteo, me empezó a enervar ante lo continuo y arrítmico que resultaba, incitándome a abrir los ojos en una particular penumbra, que me dejo helada…
Mi vieja pieza
. —mentalmente reprimí mi deseos de soltar una gran exclamación, en el momento en que una estridente carcajada se escuchó en la parte de debajo de la casa no ayudando en lo mínimo a mi dolor de cabeza, pero si dejándome en claro que no estaba sola. Intente ponerme de pie pero me fue imposible, mis cuerpo por sí solo no se sostuvo y fui a dar contra el piso, sintiendo como el mundo entero empezaba a girar, sin olvidar que era como un muñeco de trapo sin fuerza propia, a lo que no pude evitar maldecir…me habían drogado…primero me casaban a la fuerza con un fulano que no conocía, pero se comportaba como sí, sí, un idiota hermano que me hablaba en clave que sacara del lugar a alguien como si fuera una conspiración y finalmente me dejaban en mi vieja habitación en la que no me podía mover porque estaba como borrachita creyéndome volar, joder que este si era la mejor boda que alguna vez planee tener.
Volví a escuchar como las carcajadas en la parte de abajo me retumban en la cabeza una y otra vez, dejándome la misma sensación desagradable similar a la del salón, con la nueva idea de que tenía que salir de este lugar, pero además de eso ¿porque era que estaba aquí?
Me sujete de la cama, y gruñendo nuevamente me alza sobre mis talones que amenazaban como gelatina a caer, fue entonces que me sujete del filo de la cama y con pequeños pasos avance hacia la puerta, misma que predeciblemente estaba cerrada agregándole un plus a mis día de locura…estaba encerrada, que más podría pasar…
Cállate Karlise…
Mi pieza estaba completamente hecha un desastre, como si no solo fuera claro que le abandonaran por largo periodo, sino como si hubiesen estimado en dejarla en un estado deplorable, la venta frente a la cama tenía el vidrio completamente estrellado, así como el vitral del balcón dejando ver que la reja de la puerta blanca para la azotea estaba partida de una esquina pero no era muy accesible que digamos, entonces volvía sentir como agua corría por mi frente haciéndome voltear en aquella dirección, provocándome una reacción de nueva furia que golpeo en mi cráneo en un intenso dolor que me hizo cerrar los ojos buscando un poco de alivio,— quien quiera que me haya metido algo seguro no le caía en lo mínimo bien, porque me sentía realmente de la fregada—respirando profundamente y exhalando porque mi habitación estaba completamente destruida por que hasta agrietada se encontraba, lo que me dejaba a pensar en que ni siquiera se me ocurriera ir al baño a ver sus condiciones y si es que estaba abierto. Entonces las carcajadas se callaron y dio lugar a un fuerte golpe, el cual no supe interpretar y mucho menos atribuir en el lugar. Solo quería salir de aquí, deseaba saber que había pasado y quería ver a mi esposo…espera un segundo realmente la droga ya no solo me afectaba físicamente, como rayos no sabía si él no estaba involucrado, una cosa era lo que mi hermano pudiera decir un complot bizarro y otra muy diferente que ese hombre con el que me case fuese afectado por unos intereses mayores de los de mi lado, pero como lo sabría…
Rayos lo que debería hacer era salir de aquí, no debía estar pensando en un hombre que probamente ya no vería, esa clase hombres solo eran de sueños o los narrados por los libros, o bien…!bien nada! deja de pensar en cosas que no van ahora y dedícate a llegar a esa estúpida puerta.
El agua que escurría por las paredes desde las grietas y la lluvia que repiqueteaba en las ventanas, empezaba a desquiciarme a salir de este cuarto que en otra situación hubiese sido mi gran fortaleza, el lugar en el que me refugiaba de la falsedad y hostigamiento de un mundo en el que cobardemente no enfrentaba con el carácter con el que despedazaba tantas otras cosas más y siendo este mi castillo en las nubes, nada más seguro que esta torre para respirar un segundo con tranquilidad, solo mirarle ahora me resultaba indígnate y decadente…Avance unos pequeños pasitos hacia lo blanco tambaleándome con mis propios pies, los cuales evidentemente trastabillaron amenazándome con ir a dar al suelo, sin embargo mis manos pudieron entre la torpeza sujetarse de la manivela de la puerta, hiriendo mi palma ante la fricción de mi mano con el acero oxidado, que seguro no tardaría en empezar a arder, pero como si el dolor me despertara hale hacia arriba mi cuerpo, decidida a sin importar que era lo que tuviera que hacer saldría de allí, apreté mi mandíbula al sentir el ardor de mi piel al entrar en contacto con el frescor del aire húmedo del ambiente, halando más la puerta que solo me dio una burlona respuesta de otro tirón de piel que me hizo soltar una fuerte altisonante, al tiempo que apretaba mis labios,— por si me quedaba duda que los de abajo me fueran a escuchar con tanto golpe—desistiendo de buscar una salida sencilla me deslice por la puerta hasta el suelo, sujetándome unos mechones de cabello suelto, vestigios de aquel pomposo chongo con el que me habían arreglado, dejándome solamente un cabello enmarañado y húmedo por las gotas de las goteras , sin olvidar que mi vestido antes blanco, ahora tenía manchones de tierra por doquier,—Cierto eso era lo que menos importaba pero no podía evitar reírme de mi deplorable estado—sintiéndome como una indigente; volví a ponerme de pie halándome de aquella manija, intentando pensar con un poco de claridad que podría hacer… Escuchando unos sigilosos pasos subir las escaleras estrechas que llevaban a mi habitación sin siquiera poder discernir de quien se trataba, solo podía ver un par de piernas en el último escalón que era cubierto por la puerta de madera de entrada a mi habitación, incitándome a ponerme rígida con la espera de cualquiera a quien sin duda no le dejaría fácil cualquier cosa que intentara, —o al menos intentaría, porque mi estado que digamos no era el más óptimo, seguro Tam les darás una paliza con un soplido sin que antes no vayas a dar al suelo, ya te veo morena— pero no fue necesario porque solo deslizo algo metálico contra el suelo y empezó a descender aquella extraña persona sin decir más, haciéndome parpadear constantemente.
Estas de broma verdad, de verdad estas de una jodida broma…
Pero aquello no tenía sentido, la puerta de la habitación n tenia llave, justo ahora estaba atrancada desde afuera y no podía hacer un movimiento en falso, ya que caería por las escaleras al abrirla, —con lo torpe que me encontraba lo daba por hecho sin lugar a duda—por lo que solo sostuve entre mis manos la llave entrecerrando los ojos incrédula ante ella.
La llave del balcón…
. —Me negaba a creer aquello ya que estaba prendida de ella, un pedacito de papel humedecido por el piso de mi habitación, notando como la particular letra redondeada y torpe que me gritaba de quien se trataba, sin poder evitar apretarla con mi puño.
Lárgate de aquí, tres apretones y un jale
Sin duda este hombre había jugado demasiados videojuegos de Resident Evil, justo ahora no me podía venir con esas, sin embargo no podía pedir todo en bandeja de plata, Dios que si aunque fuera esa puerta ya lo demás corría por mi cuenta y mi drogado cuerpo, uno que rogaba porque se comportara al menos un poco más accesible a lo que refería a mi movimiento, en un rato más seguro que se me venía alguna idea de más con respecto a que haría; me volví hacia la puerta blanca, escuchando nuevos golpes en la planta baja en lo que debía ser antes la habitación de mis padres, y seguido una nueva carcajada que me puso la piel chinita, realmente parecían poseídos o vueltos unos dementes los inquilinos de este lugar, mas no tenía ganas ciertamente que con certeza se encontraba en la parte de debajo, de eso ya se encargaría la bestia de mi hermano,—esperaba curiosamente que el de verdad fuera a estar bien—por lo que precia que ser neutral pero con los hilos bajo su poder le quedaba mucho más de lo que hubiese pensado jamás, me estaba dando la llave tal vez a una utópica libertad. Entre tanto introduje la llave al picaporte a sabiendas y con un orgullo engreído, que era la única en esa familia que podía abrir esa puerta , esa habitación siempre me había sido fiel y esperaba que las cosas siguieran siendo de aquella manera, porque aun cuando mi humor visceral me gritara que esperara a que las cosas empeoraran como hacia horas no dejaban de ponerme más enferma, mi necedad característica no dejaba de empujarse contra aquella fuerte puerta con el limpio clic que indicaba como el seguro cedía a la llave y solo dejaba al interesado a segundos del exterior, con cuidado de no lastimar más mis palmas, hale hacia atrás recargando medianamente mi peso en ella, sintiendo como lentamente el rechinido de los tornillos al moverse despertaban perezosos por su largo letargo, que con un gusto dichoso me permitieron sentir el frescor y humedad del exterior que lo vi por primera vez en días como algo que me aliviaba y me hacía sentir con dicha, sin siquiera poder evitarme medio sonreír al dar un torpe paso hacia el barandal blanco, y aferrarme a su rocío que se esparcía por toda la circunferencia con adornos de leones centinelas, mismos que durante mucho tiempo resguardaron mi morada de los más indeseables que llegaban a acosar mi sueño. No obstante escuche el grito acusador de una mujer desde las sombras que se proyectaban de mi sala que apuntaban a donde estaba, dejándome helada ante mi imprudencia por no pensar en aquel detalle, por lo que pronto me gire a la puerta del balcón para así halarla a mí y meter la llave que en segundos sello una posible captura, —solo momentánea ya que con bastante facilidad podrían subir a la azotea e ir a por mí, refundiéndome sencillamente en el confinamiento del que sabe Dios que más me harían.
¡Muévete morena!
. —Apremie mi salida, arrastrando mis pies hacia la salida del balcón, encontrándome con el candadillo viejo, que me alzaba una nueva pared de incertidumbre a salir, que a diferencia de las otras esta no era inalcanzable o eso creía en el momento que quise trepar por las rejas, pero mi zapatilla blanca se resbalo por uno de los barrotes, no por que estuviera mojada sino más bien porque mi cuerpo no respondía aun, estaba aturdida y el cuerpo rígido de sus articulaciones por lo que un movimiento tan básico como saltar esta rejilla representaba un dolor mayor de cabeza; me hale hacia el filo suspirando con frustración observando como un hombre alto y delgado salía por la puerta corrediza que conectaba al patio donde la fuerte de cantera descansaba en la pared, observándome con ira contenida en su rostro que pese a la oscuridad me bastante claro, en el momento que me lanzo una florida atención que no me amedrentaron un segundo.
—Vete al diablo hijo de perra—inquirí con una voz patosa y adormecida en unos tonos que me hubiesen hecho reír en otro momento, pero ahora solo me centre en el candadillo y los sonidos provenientes de mi habitación que eran una clara advertencia que querían abrir, pero de eso no habría nada, tenía la llave en mis manos y conseguir otra aunando el poder abrir les quitaría más tiempo, a lo que yo aproveche para hallar el candadillo exasperada porque ninguno de ellos se plantear ir por mí en una escalera o por el frente ya que de lo contrario ya no habría nada que hacer, malditos sean jauría de cabrones, porque era tan necesario hacerme presa en el lugar que tanto amaba, porque no podían entender que lo único que me importaba más allá de sus estúpidos y feligreses intereses era hacer una vida aparte a como me diera mi completa y desgraciada gana; sin esperar apreté con fuerza el candado en el momento que abría mis ojos como platos, “tres apretones y jala”, eso era, nada más que eso, diablos mi hermano era un imbécil era cierto pero pensaba en todo en ocasiones; presión, presión, presión y jale…bingo.
Mis pasos lentos me llevaron de camino arriba de la azotea, sosteniéndome en la barandilla donde recaían los aparatos de aire, sintiéndome tambaleante contra el aire y la recia lluvia que parecía no gustarle mi andar, sin embargo me sentía cada vez más cercas como para dejarlo ahora, no, no tenía derecho aun de caer debía sobreponer el maldito mareo que me giraba la cabeza, así que en una bocanada de aire subiendo la vista hacia el árbol mi rostro se quedó perplejo al ver aquella figura alta que se encontró conmigo, al tiempo que su rostro se desfiguraba completamente dejando solo una sombra que me dejo helada, al tiempo que por impulso avance hacia el quien ignorando mi andar, se halo del arco que resaltada de mi lado izquierdo, alzándose con gracia hacia el filo de aquella pared, saltando con sencillez hacia la azotea donde yo andaba graciosamente hacia él, sin saber que más decir,—mi cuerpo me traicionaba, así como mis emociones que justo en el momento en que quedo tan cercas de mi cuerpo, mi fragilidad estremecieron el cuerpo de él— quien en un segundo me alzo entre sus brazos con el rostro hermético con confianza de que me dejaría hacer, devolviéndose por donde había llegado, a lo que no pude evitarme un temor por el descenso que de tratarse de una sola persona no requerirá ningún esfuerzo, lo había hecho en otras ocasiones y no era tan vertiginosa la caída, no obstante en este momento éramos dos; aferre mis manos a su camisa abotonada inconscientemente dejando por completo todas las barreras que armé por bizarro que pareciera y contradictorio, en los brazos de mi ahora esposo me sentía a salvo. En el momento que el descendió a la cochera, el solo aferro más sus brazos alrededor de mi cuerpo y poco a poco fui cayendo nuevamente en un sueño en el que me envolvía la calidez de su cuerpo, los agitados latidos de su corazón y su aroma que trazaron camino a un hogar que no entendía cómo podía ser posible coincidir.
La luz que se colaba por las cortinas blancas de la habitación, maliciosamente me pegaron en el rostro como una traviesa caricia que me incitaba a abrir los ojos, aun cuando mis parpados pesaban y tenían necesidad de permanecer aun en letargo, mas instintivamente todas las imágenes de mis últimas horas me golpearon fatídicamente haciéndome dar un respingo de mi nueva inconciencia, rogando al cielo que al abrir los ojos no se tratara de una especie de jaula o en el peor de los casos una mazmorra, pero aquel perfume me invito a abrir lenta, cauta y dudosamente mis orbes almendradas encontrándome con una vieja habitación de decorado en madera de caoba y una cama adosada con algunos pilares a sus esquinas dándole un aspecto diferente a cualquiera que hubiese esperado, haciéndome remover entre las sabanas mullidas, buscando el lugar donde se desprendía ese agradable aroma, uno que empezaba a ponerme ansiosa.
—Cielos, por fin despertaste—escuche aquella voz suave y pausada que me envió una corriente eléctrica a la columna, mientras volteaba la vista hacia mi izquierda donde se encontraba mi esposo, aquel que se hacía llamar Aleister Lakhish de ojos hipnotizaste plateados y voz suave como la seda, con un corto cabello negro pero espeso flequillo que no me permitía con claridad sus cinceladas facciones, ese mismo que con una radiante sonrisa se sentó al borde de la cama y me evaluó con la mirada cargada de paciencia, sin que yo pudiera decir algo, que podría decir estaba en la cama de una habitación desconocida con quien parecía ser mi salvador pero de ahora en delante mi verdugo—No me gusta cómo te heriste las palmas—inquirió llevándoselas a los labios acariciándolas con ternura, misma que me puso tensa por la confianza y facilidad con la que se desenvolvía conmigo, alzando su vista a mí no pudo evitar reír colocando una mano en mi mejilla intentando acercarse nuevamente a mi…
—¿Que se supone que intentas hacer?—exprese con una voz gutural y modorra que no fue r para nada intimidante, al tiempo que el alzaba una ceja con incredulidad, en el momento en que una carcajada se extendía por todo el pasillo que conectaba con la habitación incitándome a fruncir el ceño, no era igual que las que había escuchado antes esta era conocida, muy conocida para mí pero en este momento aún no estaba completamente bien como para cavilar en nada, así que en el momento en que la voluptuosa pelirroja apareció en la puerta apenas dejándose vislumbrarse ante el brillo que se colaba del día sin que una visión clara se alzara de su rostro, no obstante mi boca no pudo evitarse descocerse—Oh vaya, entiendo me salvas, me traes a tu casa con la idea de que te rinda gratitud, pero que me conforme porque ya…
—Sí que eres odiosa, tarada—inquirió con una nueva carcajada la mujer que entro por completo a la habitación quitándose aquella melena falsamente rojiza, lanzándosela al chico a mi lado, que hizo lo mismo con aquel falso cabello negro, dejándome sin palabras, ni movimiento, mucho menos cordura de lo que estaba pasando en esa habitación…esto debía ser un sueño uno demasiado bueno. Entretanto me lleve la mano a la boca, cubriéndomela por completo ante cualquier sonido que pudiese provenir de él o cualquier exclamación intangible que se cavilara en mí, tragando duro porque no daba crédito a lo que veía y sobretodo temía, sentía demasiado miedo de virar a mi izquierda donde sabia de quien se trataba, porque todo el maldito tiempo lo supe pero me negaba a decirlo en voz alta, porque Dios me había concedido el milagro por el que rezaba cada noche sin descanso, él, mi primer amor real, mi bufón favorito, quien hostigo mi corazón por tanto tiempo, aquel por el que me jure no volver a amar, estaba a mi lado, inexplicablemente se encontraba cercas de mi como mi esposo, ¡¡Era mi esposo!! Ulrich Lúderick era mi soñado esposo… Y la mujer que estaba frente a mí, se trataba de mi mejor amiga, mi hermana, aquella burra que nunca me dejaría caer pese a todo lo que pasaba estaba a mi lado de más de una manera; sin poder evitar ahogar una exclamación cubrí mi rostro con mis manos, sintiendo aquellas inoportunas lagrimas surcar mis mejillas inexplicablemente con el torrente de emociones golpearme, ante mi incredulidad de cómo se habían dado las cosas.
—Cielos Isac ya deja de preocuparte, está bien solo está conmocionada—expreso apremiante a su izquierda hacia el pasillo la morena de ojos castaños, haciéndome alzar la vista hacia aquella dirección, en un nuevo respingo que me pego como bofetón en el rostro, como si terminara de entender lo que pasaba en este momento,
Dios…no quiero despertar si es un sueño
— ¿Cómo es posible? Esto debe ser un sueño—lo mire finalmente al rostro, con su hermoso cabello largo y rostro pálido sin olvidar de aquella sonrisa tan particular suya, una que estaba llena de promesas, un niño en cuerpo de hombre, alguien muy pingo capaz de poner mi vida de cabeza y mi existencia en delirio por solo una frase un porque o un arrebato, Dios mío esto era realmente lo que estaba pasándome…
—Eres necia bebe—expreso haciéndose de un rápido movimiento en el que apreso mis labios entre los suyos, jugándolos de una manera que siempre imagine, en el instante en que escuchaba como el gruñido de mi mejor amiga se presentaba al tiempo que el solo alzaba una mano desdeñosa, en ademan que se fuera, sin que yo pudiera evitar reír entre sus labios y su pasión que me dominaba y enviciaba gustosamente.
—Muérete pedazo de animal pervertido—expreso entre gruñidos, al tiempo que volvía a resoplar—oook, ok ya entendí Isac no soy ciega.
>>¡¡ Meph perdiste!! Te dije que lloraría
La escuche gritar a alguien más en el pasillo, en el momento que la puerta se cerraba dejándonos completamente solos y él se separaba un poco de mi rostro, limpiándome nuevamente las lágrimas y besando mi frente se fijó en mis ojos avellanados.
—Parece que la tarada aquella anda de un estupendo humor—inquirió el con una risita entre dientes al tiempo que yo negaba, y me abrazaba de su cuerpo posesivamente—Meph y ella apostaron por tu reacción al vernos, al parecer ella gano.
—Porque ella ya sabía que yo tendría esa reacción, hace mucho tiempo se lo dije—exprese recordando aquella platica y lo que le sucedió a aquel día escuchando una risa ligera como la brisa de una mañana con roció, incitándome a alzar mi mentón buscando su rostro que estaba en una calma contagiosa—así que tu esposa…
En sus labios se alzó una peculiar sonrisa y me volteo a ver con aquel brillo malicioso que me hizo alzar ambas cejas ante el significado de aquello, pero causándome una carcajada larga por que el jamás perdería el toque de romper los momentos con alguna de sus simplezas…era hora de enfrentar la realidad era cierto, pero ya lo haríamos después de mucho, pero mucho tiempo, después de todo teníamos que recuperar el tiempo perdido de todo lo que habíamos estado lejos el uno del otro…
La vida no es perfecta y ni él ni yo lo éramos, pero aun a pesar de todo el tiempo que estuvimos lejos aún seguía sintiendo todo ese fuego en mi interior, y justo ahora se avivaba con mayor intensidad de sentir como sus labios se posaban juguetones en mi cuello y sus manos me acercaban mucho más a él, trayéndome a la mente aquellas veces que jugábamos con momentos como estos deteniéndonos a tiempo, pero ahora…ahora era diferente y lo único que estaba segura que deseaba más en este mundo era seguir amándolo hasta más allá de la eternidad…y de eso nadie me lo impediría, mi felicidad la haya encontrado en un respirar de su aroma, ser y momentos que se gravarían en mi memoria así como el tiempo que inconscientemente le espere a que viniera por mí.
—Gracias—le dije susurrando a su oído, enredando mis manos entre su sedoso cabello, perdiéndome en sus brazos.
—Gracias a ti bebe.
FIN
Este Fic se lo dedico a mi mejor amiga, mi hermana la mas loca impaciente que ahorita no tiene mucho que leer.
Como es que un sueño te puede llevar a desarrollar las ideas de una manera tan caprichosa e irrespetuosa, permitirte jugar con lo imposible en donde el límite está más allá del cielo.
, porque aquí es donde lo imposible es un juego de niños hacerse posible. .
Que tengan un buen dia..
Marionette
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